Se acaba el año pero no se acaban los proyectos. Soy de aquellos a los que no les gusta hacerse propósitos para el nuevo año. La mayoría de veces ese impulso inicial valientemente aceptado (y parafraseando a Blade Runner) se perderá… en el tiempo, como lágrimas… en la lluvia.
Me parece que queda muy bien lo que ocurre en estas fechas, donde todo el mundo (desde el que no lo siente en absoluto hasta el que lo dice de corazón) se deshace en elogios y buenos deseos hacia los demás.
Pero ya no necesito «figurar» ante nadie. Lo que hago, lo hago por mi familia, por mis amigos, por vivir en un mundo más equilibrado y racional, por ayudar y sentirme realizado, buscando ese porqué para encontrar ese cómo. En definitiva, por los «míos» y porque yo quiero. Yo lo he decidido.
Eso no quita que desee lo mejor para este 2016 a todo el mundo. No es eso amig@s.
Lo que ocurre es que si me pongo a pensar me parece como poco, extraño. ¿Es que los proyectos, ilusiones y sueños empiezan un 1 de enero y acaban un 31 de diciembre?
Da la sensación que todo empieza y todo acaba. Recuerdo que cuando estaba en empresa siempre ocurría lo mismo, el último trimestre parecía que se acababa el mundo. Había que cerrar todos los proyectos como fuera, y cuando digo como fuera digo como fuera.
Me parecía bastante demencial ya que las cosas se hacían porque se tenían que hacer y terminar, y casi daba igual la manera.
Mirándolo con perspectiva me hace incluso hasta reír. Todo eso que se conseguía deprisa y corriendo no servía de mucho. De hecho creo que conseguía el efecto contrario en la organización. Nos volvíamos locos entre todos para cerrar los objetivos y, claro está, aparecían los típicos intereses contrapuestos. Terrible.
Los deseos sinceros de finales de año no van con eso. Es más sobre la capacidad de renovar esa energía que necesitaremos para seguir planificando y consiguiendo nuestras metas. Renovar las ilusiones y las motivaciones para seguir luchando a pesar de las adversidades y dificultades (que vendrán).
Van más con los deseos de seguir creyendo en tus valores, en tus principios, en las personas, en tu forma de ser e interactuar con los demás. En creer que nunca se deja de aprender, en el tener hambre por lo nuevo y lo desconocido. En el no dejarse derrotar por un no, en el no conformarse con un si, en el no acomodarse en lo fácil y sencillo.
Si algo me he dado cuenta es que todo lo que vale la pena en esta vida no es fácil de conseguir. Tienes que esforzarte y perseverar hasta límites que creías no tener. Pero la recompensa es un fruto dulce y valioso. Puede tardar pero llega y cuando llega es maravilloso.
Así que por mucho que se acabe el año, que no se acaben tus sueños, tus proyectos, tus ilusiones y tu fuerza. No quiero desearte sólo un feliz año 2016, quiero desearte que sigas luchando y creyendo en el 2016 como lo has hecho cada minuto del 2015.
Hasta el año que viene amig@.
Imagen:Pixabay y Marc Vigilante
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