Todo lo que leeréis es producto de mis opiniones y reflexiones basadas en mi propia experiencia. Es una autocrítica de la función y un baño de realismo y humildad para todos aquellos que siendo profesionales de recursos humanos nos hemos mirado durante demasiado tiempo el ombligo y hemos dejado de lado lo que realmente importa, las personas.
Siempre he ido con la mochila cargada de ilusiones y proyectos pero en casi todos los sitios en los que he estado he notado que la figura de recursos humanos genera desconfianza y, me atrevo a decir, que cierto rechazo. Esa sensación me ha descolocado durante mucho tiempo. No es por ser Marc, ¡es por ser de recursos humanos!
Con el paso del tiempo y con la experiencia he descubierto lo que ocurre alrededor de la función. Las personas por defecto y en su mayoría desconfían de todo lo que «huele» a recursos humanos. No creen en lo que hacemos porque no somos capaces de comunicar y trasmitir lo que hacemos.
Muchos colegas de otras áreas tienen la sensación que recursos humanos todo lo que hace (por favor, permitidme exagerar e ironizar un poco) es tramar alguna maldad en contra de sus intereses o sacar alguna política sin mucho sentido y además poco y mal explicada.
También he tenido que escuchar cosas como ésta que me duelen en el alma (todas reales)
- ¿Los de recursos humanos a que os dedicáis?
- Es que sois lejanos e inaccesibles.
- Sólo se que existís cuando cobro la nómina.
¿Os suenan?